miércoles, 18 de julio de 2007

Hoy es un día para dedicar palabras...

A veces resulta que sólo necesitamos hablar... sacar lo que llevamos dentro... si, si, si... siempre creemos que eso es algo básico pero siempre acabamos por darnos cuenta una vez más...
Y de repente descubres que tu mejor amigo está en tu propia casa... y es tu madre... la que hace un mes estuvo a punto de plantarse delante de un psiquiatra sacó las garras para trepar y consiguió la energia que le faltaba para volver a respirar... un poco... lo que dure... es tan bienvenido que me desborda...
Pero todo sigue subiendo y bajando como manda la naturaleza del caos que nos acompaña... mientras unas personas sienten que pueden acercarse al sentido de la vida otras luchan por conservarlo sin caer en la mentira de tenerlo en sus manos...

"Mi madre sabe todo de mí, nadie sabe tanto de mí como ella, salvo mi amada, claro, que padece la diaria intimidad de mis achaques y bajones y como ve nuestro amor amenazado por la rutina y las privaciones, por incompatibilidades difíciles de bancar cuando se convive en un ambiente y las almas-mentes evolucionan en ideas-sentimientos no siempre compartidos que pesan y nos confunden y parecen pavadas pero de pronto se agigantan y no se les ve la salida..."
Otra vez la Séptima década (adaptada por mi historia, claro) Aunque me está costando mucho leerla (no por su genialidad sino por mi falta de cultura delante de un libro) sigue tocándome por dentro.

También hay palabras para Alba... mi amada Alba... siempre cerca... siempre dándome justo lo que necesito... el día que el destino te puso delante de mí se marcó un maravilloso regalo.

Y por último quiero recordar a otra persona con unas palabras que escribí en uno de mis eternos viajes metropolitanos... un ángel que andará distrutando plenamente en su infierno - paraíso perfecto... lo que aquí no pudo...
Amado Alberto... echo de menos saber que te iba a conocer... me enamoré de ti desde que escuché tu nombre... imaginé nuestra magia mil veces y mil veces quise cruzarme en tu camino para darte un poquito de luz... te convertiste en un ángel invisible que me escuchaba y me regalaba su amor aunque nunca nos vimos las caras...
Pero nuestros corazones sí se conocieron... nuestras mentes sí se encontraron... nuestras vidas sí se conectaron...
Me duele por dentro el alma si recuerdo que no estás aquí... y deseo con todas mis fuerzas que exista un lugar en el que puedas seguir escuchándome... amado Alberto...